Llevamos algún tiempo observando, al menos yo, una falta
absoluta de autocrítica por parte de los gestores de nuestro club, una
polarización de las opiniones en un conmigo o contra mí, y actitudes de
indiferencia absoluta hacia el aficionado. Como si de un patito feo que se
hubiera convertido en cisne se tratara, desde lo institucional existe un
enrocamiento en lo informativo y en las explicaciones que pide el socio, el
accionista y el mero aficionado de a pie. Y si se hace alguna crítica la misma
es contrarrestada por otras del entorno con alusiones a un dramatismo exacerbado
del aficionado, escudo protector de quien no acepta o admite debate sobre lo
que hace.
Se lanza una campaña de abonos con un 15% de subida en plena crisis energética mediante una publicación en la web sin que nadie dé la cara, en un claro “pues esto es lo que hay”. Menos mal que aquí hubo unaminidad en la afición y poquitos blanqueamientos, aunque alguna chorrada se leyó como que ir a Nervión había que pagarlo. Tampoco ha servido de nada, hemos renovado aunque va bajando el número real de socios con asiento.
No es que la afición del Sevilla no sea dramática, que lo
es, no es que no haya gente que tenga sus intereses personales en hacer una
crítica por partidismos, que los hay, pero eso no puede haberse convertido en
un instrumento práctico para hacer que los socios, accionistas y aficionados no
podamos mostrar nuestra crítica cuando hay cosas que no se hacen bien.
Comunicar, expresar, explicar es una labor obligatoria para
que el dirige una empresa que necesita cuidar su imagen pública y sobre todo es un ejercicio de claridad y transparencia necesarios, y cuando esto no se
produce la postura se vuelve intolerante y déspota, más aún en un club de
futbol que viene históricamente de ser una asociación deportiva y ser
sevillista es una cuestión de familia, bien lo saben en Nervión.
La temporada pasada la afición tuvo que ser un clamor para
que hiciera alguna declaración pública al respecto de los arbitrajes, después
de ver como desde otras instituciones protestaban airadamente y obtenían un
mayor respeto. Llegó tarde aunque todos la alabamos, pero al final se aprecia la
incomodidad en el gesto de a quien no le nace y lo hace forzado.
Ahora se acaba de cerrar el traspaso de Koundé al Barcelona
después de dos meses de presuntas negociaciones con el Chelsea, en las que absolutamente
nadie del club ha hecho ni una sola declaración al respecto, dejando a la afición
huérfana y en manos del rumor. Hace unos días escribía en este mismo medio una
opinión bastante crítica sobre los gurús de las noticias deportivas nacidos al
rebufo de los clubes grandes. Sostengo casa palabra de mismo y evidentemente
ahora analizo que mi fundamental error fue el pensar que el silencio en
nuestro equipo respondía a que había un plan B. En nuestro equipo no hay ni
plan B, ni ases en la manga, en nuestro equipo hay una ausencia absoluta de
liderazgo en lo institucional.
En la parcela deportiva tenemos al mejor director deportivo
del mundo, una tabla de salvación a la que vive agarrada la institución porque
sus palabras apaciguan a las masas y tiene el apoyo incondicional de muchos,
apoyo que se ha ganado a pulso durante toda su vida de sevillista. Su figura
aúna a unos y otros y nadie quiere ni pensar que ponga ni medio pie fuera de
Nervión. Para mí es el mejor que podemos tener en su puesto y no tengo ninguna
duda sobre su capacidad o sobre sus decisiones, pero lo veo completamente solo
en esta guerra. Le ha tocado salir a justificar la subida de los abonos por el
crecimiento del club para luego vender a Koundé a un Barcelona con una deuda de 1.200
millones que no puede inscribir jugadores, mientras él hace filigranas con lo
que le han ofrecido por el jugador, y ahora tendrá que darle a un Lopetegui
exigente y peleón los jugadores que le pida. Gracias a dios la pelotita entra,
y que siga entrando.
El Sevilla y su afición se merecen algo mucho mejor de lo
que estamos teniendo, se merecen una institución clara y transparente, que
facilite que se llene nuestro estadio, se merecen liderazgo, profesionalidad y
trabajo, y que los intereses de la entidad no queden reducidos a los beneficios
empresariales, ya que existe un patrimonio inmaterial que no tiene precio, el
escudo de nuestro club.
Gracias por leerme y felices vacaciones a todos.
Foto de Jesús Ruíz.