No toque esta tablita, está tapando un agujero.

 


Por el año noventa y uno nos mudamos a un piso nuevo. Al poner la cocina e instalar los electrodomésticos resultó que la puerta del frigorífico chocaba con el portero automático de tal manera que hubo que cambiarlo de ubicación. Aquello dejó un agujero en el azulejo de la cocina nueva y la promotora no nos dejó material de desperdicio, así que la solución vino en forma de tablita de madera de adorno en la que aparecía un divertido mono avisando “No toque esta tablita, está tapando un agujero”. Lo que podría parecer una broma, era completamente real y la tablita se quedó ahí tapando el agujero hasta que la cocina fue echada abajo años después en post de una más moderna.

Cada vez que veo la última reforma hecha al Estadio Ramón Sánchez Pizjuán me acuerdo de esa tablita.

El estadio RSP como ustedes saben inició su construcción en el año 1956 tras el fallecimiento de Don Ramón Sánchez Pizjuán, en un proyecto del arquitecto Manuel Muñoz Monasterio que se dio por finalizado el 1958 y ha sufrido hasta tres remodelaciones. Casi setenta años alumbran a esta construcción austera pero armoniosa, que ha acogido entre sus vigas y muros todos los rituales que hacen gozar y sufrir al sevillismo. El cariño de su afición por el estadio pintado de blanco, con gradas sin asiento y otras de rudo metal, ha enardecido a esta en otros tiempos ante la sola idea de su posible venta o demolición.

Sin embargo la última reforma que se ha hecho ha tenido como consecuencia que el RSP haya dejado de ser reconocible por gran parte de su afición. Partamos de la base de que a mí personalmente el resultado no me agrada y habrá mucha gente que no esté de acuerdo con esto, pero ni estéticamente se ha logrado un estadio que se haya ganado la admiración de la propia afición ni por mucho que nos esforcemos en ofrecer panorámicas luminiscentes del mismo desde infinitas perspectivas, no es un estadio que provoque la admiración del visitante. Vamos a dejarlo claro, lo más bonito del estadio sigue siendo el mosaico de Santiago del Campo que es donde todo el mundo se hace la foto cuando viene.

En una mirada nostálgica al pasado echo de menos el Ramón Sánchez Pizjuán blanco completamente, cuyos muros fueron adecentados por Pinturas Eurotex cuando las cosas estaban chungas; también echo de menos los laterales descubiertos que cuando salíamos en el descanso permitían la entraba la luz y el fresco mientras nos apelotonábamos todos en los vomitorios comiéndonos el bocadillo con la mirada distraída hacia Eduardo Dato o José Luís de Casso en pleno debate sobre el desarrollo del encuentro. Era un estadio cómodo a pesar de los hierros y de que no tenía cubierta, era un estadio grande. Y el foso, ese foso en el que caían todos los balones…

Ha llovido mucho desde aquello y se han efectuado reformas en los últimos años que ha supuesto que se haya recubierto 70% del estadio encerrando los pasillos lo que le ha dado en el interior un efecto de ratonera. Se han dejado lonas tapando preferencia aunque la mayor inversión parece que se ha efectuado en adecentar y mejorar las zonas más protocolarias. Se ha reformado la grada de Tribuna de Fondo para meter más asientos y lo logrado es que sea un infierno salir y entrar, y en los descansos la gente no cabe en los pasillos donde se producen aglomeraciones muy incómodas. En definitiva, recubrimiento y lonas, la tablita y el mono, en definitiva al final hay que hacer una cocina nueva.

No voy a hablar de encuestas, ni de empresas de explotación de eventos deportivos, ni demás. Tomar la decisión sobre si demoler el estadio o reformarlo no se debe tomar y entiendo que no se tomará, en atención a una encuesta comercial ya que esto es debe ser una empresa seria y el estadio es patrimonio de la sociedad que es de sus accionistas. Sin embargo reformar algo que acabas de reformar ya denota que la propia decisión de efectuar reformas no es acertada o que simplemente las reformas no son la solución.

Dicho esto que es mi opinión estrictamente personal, hay dos factores a tener en cuenta con respecto a la situación del estadio. Una es que hemos recibido una importante cantidad de CVC que puede servir para emprender la construcción de un nuevo estadio y por otra la acuciante crisis económica que nos azota con incrementos en todos los precios de materiales de construcción, costes, problemas para encontrar personal, tipos de interés elevados etc, que pueden dificultar que se lleve a cabo cualquier movimiento al respecto.

Desconozco los plazos en los que se debe hacer uso del dinero de CVC y los fines variados para los que contractualmente está permitido su uso, pero estamos viendo que la crisis económica que sufren clubes tan importantes como el Barcelona están facilitando que empresas de capital especulador adquieran los derechos de estos equipos (televisivos, merchandising, explotación de eventos deportivos, etc) a cambio de insuflar la liquidez que les permite su supervivencia, y esto nos está abriendo los ojos a un nuevo modelo de mercado de explotación de los equipos de fútbol al que debemos estar atentos. Ya nadie habla de ampliaciones de capital para construir un estadio nuevo, el futbol ya no es lo que era hace cincuenta años, ni siquiera lo que diez. Y miren, yo que estoy siempre abierta a los cambios, pero no me gusta el dinero fácil y tampoco hablar de lo que no sé.

Se habla de incrementar el aforo del estadio a 50.000 plazas y crear un lugar para actividades de ocio y recreo, sinceramente, no sé donde están esos metros que hacen falta para lograrlo sin demoler el actual estadio, y ya aviso al resto de socios que si la solución dada es la misma que la de Tribuna de fondo vayan preparándose para caer en una mayor incomodidad en los accesos, que piensa uno que pase ahí algo algún día y se puede ver una desgracia.

Yo personalmente no tocaría más el estadio si no fuera para emprender la construcción de uno nuevo, lo que no sé es si es factible o no, y esto aunque tengamos que esperar diez años más para ello. De hecho creo que los clubes de futbol de Sevilla dependen mucho del crecimiento de la ciudad y el destino de Sevilla parece incierto, no sabemos si se dirige a Capital del Sur del turismo de calidad o si escogerá la vía del Low cost a la que estamos tan acostumbrados.

En definitiva, tal vez los sevillistas tengamos que plantearnos la cuestión del estadio con un poco más distancia en el tiempo, sin hacer dispendios excesivos en el mantenimiento del actual y soñando para el futuro en quitar la tablita del mono y hacer una cocina nueva.