En el momento más inesperado, vuelve una vieja conocida.
Agosto. Es una palabra que, en un
principio y así a simple vista, parece que no mezcla muy bien con una
eliminatoria europea. Pero un giro de guión (en este caso inesperado, porque no
siempre se buscan, y mucho menos éste), se ha empeñado en que hoy se esté
escribiendo esto.
Quién diría hace sólo unos meses que, en
pleno verano, con muchos entre sombrillas, butacas y neveras, se estarían
viviendo los instantes previos a, quién sabe, volver a iniciar la senda hacia
un nuevo éxito.
La realidad es que, aunque el escenario y
las circunstancias que rodean a este partido no sean las más bonitas ni
deseadas, sólo cuatro partidos separan a Sevilla de volver a tocar plata. En un
instante poco previsible regresa una conocida embaucadora a la que no se puede
dar la espalda. No se estaría disputando la competición fetiche de de la forma
más lírica ni romántica posible, sin embargo a efectos de palmarés, parece que cuenta
igual. Pero esta vez, como el sueño de una noche de verano.
Tras un final de Liga que dejó patente las
credenciales de un equipo dispuesto a luchar por lo más alto, se demostró que
este proyecto (formas aparte) no es baladí. La vuelta a la máxima competición
continental por la puerta grande, afianzó la confianza en un entrenador y jugadores
que lograron reafirmarse tras el parón.
Dar continuidad a esa inercia positiva
vista en los últimos partidos será la clave para intentar sacar algo positivo.
La solidez y la imagen de equipo áspero dada, hacen creer más allá de los
resultados. Sensaciones que, con sus luces y sombras, hacía años que no se
vivían. Intentar mantenerlas es lo más fácil de decir, y lo más difícil de
hacer.
Lopetegui y los suyos
volvieron del parón a un nivel físico espectacular y terminarían el torneo
doméstico imbatidos, sin perder desde febrero. Tras las primeras bajas en forma
salidas, tan sólo dieciocho futbolistas con ficha del primer plantel estarán
disponibles para el viaje a Alemania.
Precisamente uno de los
jugadores más imprescindibles para el técnico vasco, Gudelj, sería noticia esta
semana al dar positivo en las pruebas médicas realizadas por el club. El pivote
se encuentra aislado en su domicilio, a la espera de poder unirse a sus
compañeros para intentar conseguir el sueño de “La Sexta”, y aumentar así la
simbiosis tan especial con esta competición.
El once de gala queda
más que perfilado. A la espera de ver si el checho Vaclik fuerza para ser
titular tras su lesión, la defensa tendrá continuidad. Jesús Navas y
Reguilón son dueños indiscutibles de los laterales, y la dupla entre
Jules Koundé y Diego Carlos es inamovible en el centro de
la zaga, si no hay problemas de última hora.
En el centro del campo,
el irrefutable Fernando junto a Jordán y Éver Banega (que vivirá sus
últimas emociones como rojiblanco), además de Óliver Torres, se repartirán las
tres plazas en el mediocentro. Lucas Ocampos, Munir y Luuk de
Jong, con clara ventaja sobre teóricos suplentes que aún quedan lejos del
nivel esperado, cerrarán el equipo en la parte atacante.
En el camino estará la
AS Roma, equipo histórico del fútbol italiano y europeo. Una entidad con muchos
paralelismos con su rival del próximo jueves. Frente a frente se verán el cuarto
de España y el quinto de Italia, lo que proporcionará al encuentro una Igualdad
e incertidumbre máxima, al no contar con un claro favorito.
El técnico luso Paulo
Fonseca, con un valiente sistema de sólo tres centrales, viene de varias
victorias consecutivas en el tramo final de la Serie A. Esta buena racha se ha
visto avalada por futbolistas indispensables como Dzeko, Mkhitaryan o el canterano
Pellegrini.
Será un partido bastante
especial para los argentinos Federico Fazio y Diego Perotti, viejos conocidos
que dejaron muy buenos momentos en la ciudad hace no muchos años. Volverán a
enfrentarse el próximo jueves a esa camiseta que tantos años defendieron.
Como era de esperar,
Fonseca no podrá contar para el choque ni con el
sancionado Vertout ni con el inglés Smalling, cedido por el
Manchester United, que se negó prolongar su préstamo para la disputa de la
Europa League, solicitando a la Roma un montante desmesurado por dicha
prórroga.
Será curioso ver cómo se desarrolla, por
primera vez en décadas, la disputa de este tipo de encuentros a partido único. La
falta de costumbre asusta, pero las cosas (esperemos que sólo por esta ocasión)
vienen como vienen, y sólo queda preocuparse por intentar adaptarse. Eso sí,
benditas preocupaciones.
Y más aún, en una entidad que tiene por
costumbre el venirse arriba y triunfar en las formas y circunstancias más
absurdas posibles. Por lo que no sería de extrañar, que este tipo de
situaciones tan estrambóticas, trajesen cosas positivas.
En un ambiente frío, donde primará lo
estrictamente futbolístico, resultará muy extraño ver cómo un tipo de
eliminatorias que se han caracterizado durante años por esa fusión con la
gente, se juega perdiendo la pasión que se transmite desde fuera.
Una sensación que no se podrá vivir de la
misma manera y que, por mucho que intentemos convencernos de ser partícipes y
de que todo sigue igual, al menos a corto plazo, eso no deja de ser una utopía.
Habría que tirar de un poder de autoengaño, que no deja de ser sino uno de los
máximos valores del ser humano para sobrevivir. Pero, claro está, tendría
delito no autoengañarse si eso permite ver la vida, y el mundo del fútbol, más bonitos.
La vida, impredecible como azarosa, ha
deparado tiempos duros para el mundo y para la sociedad que conocíamos hasta
hace sólo unos meses. Pasado mañana, regresa lo que para muchos es uno de los
mejores analgésicos para aliviar tanta incertidumbre; y de la forma más
rocambolesca posible que ni el guionista más loco hubiese podido imaginar.
En el momento más inesperado, volvió una
vieja conocida. El misticismo que tantos años suele rodear a la primavera, a la
ciudad y a esta competición, esta vez se ha visto alterado de estación,
cambiando el azahar por el agua salada.
Sería de mal gusto no seguirle la corriente. El destino ha querido que en dos noches, lo que siempre fue un amor de primavera, por esta ocasión se convierta... en un amor de verano.