La paradoja del "dicen que nunca se rinde"

Cuarto partido para el Sevilla F.C. en La Liga, el segundo en el Ramón Sánchez Pizjuan, contra el F.C. Barcelona de Xavi Hernández, el conjunto de Julen Lopetegui tenía la oportunidad de marcar este pasado sábado como un punto de inflexión en este inicio de temporada. Oportunidad perdida.


Se le presentaba al Sevilla una oportunidad de resarcirse, ante un Pizjuán abarrotado, de las primeras 3 jornadas de liga. Nada más lejos de la realidad. Con cambio de esquema, 4 - 4 - 2 en rombo y la inclusión de Isco como mediapunta además de las alternativas de Montiel por Jesús Navas y En Nesiry por Rafa Mir había esperanzas en poder ver otro planteamiento totalmente distinto al habitual por parte de Lopetegui.

Hasta el gol en el 21' el conjunto nervionense fue mejor y mostró una versión totalmente distinta a la de anteriores encuentros, mucho más espídica y proactiva tanto defensiva como ofensivamente. Sin balón, se intentaba encimar más al poseedor de balón rival, hasta el punto de llegar a robar varios balones y en alturas muy adelantadas próximas a portería, aunque el gran problema seguía siendo el mismo, jugadores como Rakitic, Jordán e Isco en la zona del centro del campo, les costaba replegar y por tanto el Barça encontraba espacios con suma facilidad. Con balón, el jugar al primer toque y buscar los desmarques de En Nesiry Lamela, además de los contragolpes de 3 vs 2 y 4 vs 3 fueron una constante en estos primeros minutos, donde tanto Rakitic como Isco tuvieron dos ocasiones clarísimas que erraron de cara a gol. Destacar el gran papel de Isco en esta labor, quién bajaba a recibir y ayudaba al equipo a salir de la presión del Barça además de filtrar varios balones a las espaldas de los culés.

A partir de ese primer gol el Sevilla volvió a bloquearse mentalmente y toda esa fluidez mostrada en esos primeros minutos desapareció. Eso unido a la falta de contundencia en defensa, hasta la entrada de José Ángel Carmona (la mejor actuación de la noche) y a la poca efectividad de cara a puerta hicieron que el partido se convirtiera en un festín para los de Xavi. Tanto Araujo como Eric vivieron muy tranquilos todo el partido, al igual que Koundé y Balde que pudieron centrarse más en la construcción de la jugada y en la llegada a 3/4, respectivamente. Busquets, controló el juego, Gavi, desesperó al centro del campo sevillista con su gran capacidad de robar balones y multipllicarse por todo el campo, además de Pedri siendo muy incisivo entre líneas. Si Lewandowski fue dificil de parar para la zaga sevillista, la noche que vivió Acuña con Raphinha no lo fue menos. 

Destellos de esperanza, sí, la confirmación de que Carmona debe ser titular, también, pero otra derrota más, otro conato de rendición nada más caer el primer gol y una crisis continua que sigue instalada en Nervión desde hace mucho...