ANÁLISIS | Getafe: Bilardismo a más no poder

 El Getafe de Bordalás, sin muchos estilismos, siempre ha sabido competir e ir a lo más importante, conseguir los 3 puntos.

Ningún jugador es tan bueno como todos juntos, decía aquel legendario y mítico delantero argentino Alfredo Di Stéfano donde en la misma Argentina, en la década de los 70s, empezó a surgir dos maneras de ver el fútbol, el Bilardismo o el Menottismo, dos estilos de juegos totalmente contrarios pero a su vez con un mismo objetivo, ganar.

El Menottismo representa la magia, el talento innato, la exquisitez traducida en un buen manejo de balón, muchos toques e inspiración individual. Tal que, del Menottismo, pudo arraigar el Cruyffismo. Mientras que en el lado contrario estaba el Bilardismo que entrañaba una versión más científica y a la vez pura del fútbol mediante el estudio de las falencias del rival, el abuso del balón parado y sus segundas jugadas y jugar constantemente al filo del reglamento.

Los bilardistas se preguntaban “¿qué preferís ganar o jugar extremadamente bien?”. Eso es lo que se pregunta Jose Bordalás todas la noches antes de acostarse cada vez que es criticado por el juego del Getafe, que a fin de cuentas, es un estilo de juego más y que busca simple y llanamente ganar.

El Getafe, de Segunda a conquistar la cuna del Cruyffismo

El éxito del Getafe de Bordalás, tras su ascenso a primera división hace un par de años, concretamente en 2017, se debe a su constante derroche físico durante los 90 minutos de partido, sin entrar en material táctico. A este derroche físico se le suma la intensidad por cada balón dividido, tanto en tierra como en aire, siendo un constante "Harakiri" para los defensas rivales. Un equipo totalmente aguerrido.
Ya entrando en materia táctica, los madrileños se posicionan habitualmente con un 4-4-2 con carrileros en las bandas, habitualmente Nyon y Cucurella. Su estilo de juego se basa en el desplazamiento en largo, para segundas jugada, seguidamente de desmarques de ruptura de sus dos puntas hacia las espaldas de los defensas rivales. 

Normalmente, todo esto también viene acompañado  de una presión intensa, jugando así en bloque alto, para poder asfixiar al rival y que no pasen de medio campo a su portería, siendo así un equipo muy rocoso que busca principalmente el juego directo. 

Otro de los pilares de su juego es la velocidad en la que imprimen las jugadas por la banda o en una presión tras perdida del equipo rival. En esa faceta, Cucurella destaca sobre los demás.

Cierto es, que el equipo, debido a su intensidad siempre están al límite del reglamento implantado por el trencilla, pero los gajes del oficio son difíciles de hacerlos desaparecer.

Jugar contra el Getafe siempre es una tarea muy difícil, tienes que estar concentrado durante todo el partido, y que este, no se te vaya de las manos por alguna jugada individual que cause polémica, por lo que el Sevilla FC deberá alinear una retaguardia bastante rocosa  y arriba alguien que rompa líneas defensivas con pases filtrados, ahí, el Papu y Suso son especialistas.