PREVIA | Sevilla FC - RC Celta de Vigo: "Vuelve el fútbol de verdad"

De caciques y marionetas

Tras dos semanas sin fútbol, llega la hora de volver a coger el ritmo. Puede que aún queden osados eruditos en llamar fútbol a lo vivido en este parón, cuando la realidad se esfuerza en mostrarnos lo contrario.

Los tiempos y las rutinas han cambiado mucho. Puede que, hace cuarenta años, ver un partido de selecciones nacionales, aunque fuesen amistosos, era todo un acontecimiento. Una oportunidad única para disfrutar de los mejores  jugadores del mundo juntos. Ahora, esta realidad no supera a un puñado de desconocidos disputando amistosos relleno de competiciones inventadas. Un negocio redondo con intereses puramente económicos que pronto caerá por su propio peso.

Las altas esferas que controlan el devenir de este mundillo que no deja de ser un deporte aunque a veces no lo parezca han convertido en odioso lo que antes era excepcional. El fútbol de clubes (el de verdad) se paraliza durante dos semanas al mes para que las distintas selecciones participen en la Liga de Naciones, un invento probeta que no sirve sino de tapadera para no mostrar lo insulso que se ha convertido el fútbol entre naciones. Y sigue dando la impresión de que se empeñan en cambiar la esencia de este deporte, aunque la opinión pública se muestre contraria a ello.

Partidos previsibles, sin interés, insustanciales y que parecen jugarse más para cumplir con la papeleta que para otra cosa. Es la realidad. Y a eso hay que añadirle que con estos formatos siempre hay partidazos. Y todo, en abundancia, acaba aburriendo. Porque la abundancia borra el efecto de las ocasiones especiales.

Ninguna mente privilegiada ha pensado todavía en la loca viabilidad de acortar los plazos de las competiciones nacionales para agrupar todos estos encuentros internacionales antes de verano, y así evitar la inercia de los torneos domésticos que, al fin y al caboes lo que a todos les da de comer.

Y todavía quedan por escuchar los cantos de sirena de otros proyectos. Proyectos que no tienen un objetivo más allá de hacer más grandes a los grandes y más pequeños a los pequeños, alejando así a las federaciones más débiles de poder competir al máximo nivel.

Los clubes, al final, son los que pagan los platos rotos de todo esto. Y, aunque se hayan quejado muchos jugadores, es como si oyeran llover. En medio de una pandemia mundial: positivos por COVID-19, bajas por lesión como las de Jesús Navas o Marcos Acuña, romper en seco el ritmo de los equipos, y desplazamientos sin sentido por todo el mundo cuando lo lógico ―aunque mezclar la palabra "lógico" con "fútbol" ya es un poco contradictorio sería restringir la movilidad siempre que no sea necesaria.

De momento, es lo que toca. El fútbol de verdad parece que hace oídos sordos a todo esto. Un fútbol, de caciques y marionetas.

Estadio Ramón Sánchez-Pizjuán | Sevilla FC - RC Celta de Vigo | 21.11.2020