Sobre la idealización... devaluación
Sabemos que esto es fútbol y que en un segundo se pasa de ángel a demonio. Tan sólo ha pasado un mes desde la hazaña de Budapest, de la sexta Europa League y de que se estuviera en boca de toda Europa. Pero, a veces, es necesario echarla al suelo. No hace tanto tiempo desde que ―supuestamente― se fue el equipo de moda.
Las impresiones cambian en un visto y no visto. Porque esos mismos futbolistas que un martes son los máximos exponentes del Casta y Coraje, son los que tres días antes regalaban tres puntos en Bilbao. Exactamente las mismos.
No ha pasado ni un mes desde que volvió el campeonato doméstico, y ya han comenzado los clásicos vaivenes entre la idealización y la devaluación. Imágenes exageradas y alejadas de la realidad, tanto para lo bueno como lo malo. Una sobrevaloración tanto del éxito como del fracaso que distorsiona nuestra percepción. Porque ni antes éramos tan buenos, ni ahora somos tan malos. Son momentos.
Y no nos engañemos. La realidad de hace un mes es la misma que hoy. Lo único que cambia es la interpretación que hacemos de ella. Proyecto, sistema de juego, plantilla, cuerpo técnico, objetivos... Nada ha cambiado respecto a lo que antes se avalaba. Y es curioso, porque no se puede pasar en un mes de sentirse aspirantes a pelear la Liga o la Champions ―que, por qué no, todo es planteárselo aunque se sepa que es imposible― a pelear por el descenso.
Es un hecho que el día a día es lo que manda. Ya no vale ni lo que fue ni lo que esté por llegar. Ahora mismo solo importa el presente. Y, en ese presente con altibajos, es donde se buscará recuperar la estabilidad de hace un mes, para así poder huir de una rutina del blanco al negro... y viceversa.
Estadio Sánchez-Pizjuán | Sevilla FC - CA Osasuna | 07.11.2020