A la vida le pido tener la inocencia de los que creyeron al presidente cuando dijo que no le temblaría el pulso a la hora de reforzar el equipo, y que cada salía sería reemplazada. Verás cuando se enteren que el Ratón Pérez no vienen a por sus dientes de leche.
La verdad es que, pensándolo bien, es complicado. Hay que hacer uso de muchas formulas imaginativas para llevar a cabo la hazaña. Si era complicado bajar tantos escalones la calidad de la plantilla, que pasó en solo dos años de pelear por todo a luchar a duras penas por mantener la categoría, dar una vuelta de tuerca y empeorarla aún más está solo al alcance de unos pocos.
Hemos pasado de bajar la calidad a bajar la cantidad.
Pero claro, si ahora sale el técnico, al que no se le conocía un discurso que se saliese del guión marcado, y se queja de la falta de refuerzos, y dice que va a tener que jugar él ante la duda de una posible venta de Juanlu, aparece toda la prensa afín a este consejo y lo pone a caer de un burro. He llegado a escuchar como comparaban el discurso de Pimienta con el de Unai Emery. Un Unai Emery que tenía en plantilla a un tal Carlos Bacca, un francés de nombre Kevin y de apellido, Gameiro y que si miraba al banquillo se encontraba a un tal Fernando Llorente o a un tipo llamado Iago Aspas. El pobre Pimienta mira al banquillo y cada vez ve a menos gente.
Seguramente si el técnico no hubiese hablado nadie habría notado la falta de efectivos, nadie se cabrearia cuando viese que ante una posible ausencia del lateral izquierdo tenga que jugar un central en ese puesto, central que tampoco tiene repuesto y que a su vez es cubierto desde hace tres temporadas por un medio centro. Pero el problema es ese, que García Pimienta ha dicho lo que todo el mundo ve, y lo que todo el mundo ve es que todo va disminuyendo menos los sueldos de los que han perpretado todo esto.
Seguiremos esperando el día en el que alguien mire a los inquilinos del palco y les diga, como lo haría un entrenador al mirar al banquillo; "calienta, que sales".
