Según Google, en el año 2024 hay unas 500.000 ciudades en todo el mundo. Lo que hace diferente el próximo partido es que hemos tenido la mala suerte de que, habiendo 500.000 ciudades en el mundo, nos ha tocado compartir ciudad con el Betis.
Odio los derbis. Y puede resultar extraño odiar algo que te ha dado más alegrías, muchísimas más alegrías, que frustraciones, pero es así. Recuerdo cuando hace mucho miraba el calendario para marcar dos fechas en rojo, los dos partidos de la máxima rivalidad sevillana, las dos semanas favoritas del año. Pero luego llegó el zurdazo de nuestro Antonio, llegó Eindhoven, llegó Glasgow, llegó Palop, y llegaron muchas y muchas noches de gloria, y el derbi pasó a un segundo plano. Una vez que has ganado la gloria en el campo solo queda en juego el chiste del lunes, y el Sevilla FC afortunadamente ha ganado mucha gloria. El Sevilla FC en este tipo de partidos siempre tiene mucho que perder y poco que ganar.
A mí edad he vivido derbis de todos los colores, desde derbis en Gol Norte junto a Biris Norte en uno y otro estadio, hasta derbis en el palco VIP del cuerpo técnico del equipo rival, y la verdad que en uno y otro lado he sentido la pasión y el respeto hacia mis colores a pesar de haber estado en "territorio enemigo". Al final esto es así, pasión máxima pero sabiendo que quien está enfrente es tu amigo, tu tío, tú sobrino o incluso tu padre o hijo.
En mi memoria el partido con el "gol de Tejero" protagonizado por Francisco, el del botellazo a Juande, el del Ramón Sánchez-Pizjuán cantando el himno del rival, el del 5-1 con Michel en el banquillo, el de la parada de Palop a Assunçao cuando estábamos con 9 sobre el césped, y tantos y tantos que terminaron con una sonrisa en blanco y rojo. También los ha habido que ha salido cruz, pero esos que lo recuerden los otros.
500.000 ciudades en el mundo y hemos caído unos y otros en tierra santa, a vivir todo el año lo que significan los dos partidos, a vivir una rivalidad entre amigos, entre padres e hijos, tíos y sobrinos, y eso lo sabemos hacer mejor que nadie. Aquí lo malo no es perder el partido, es aparecer el lunes por el trabajo, el instituto o el bar, y aguantar lo que toque.
Porque hay 500.000 ciudades en el mundo, pero en ninguna se sabe tocar las "partes nobles" como se hace aquí.