Los que peinamos algunas canas nos acordamos de aquel mercado invernal del año 2004 en el que nuestro añorado José Antonio Reyes dejaba de pertenecer a nuestra entidad para firmar por el Arsenal.
35 millones de euros tuvieron la culpa de que nos quedásemos a mitad del campeonato sin el que estaba llamado a ser "bandera del centenario" como había dicho en alguna ocasión el entonces presidente del club José María Del Nido Benavente.
Aquello supuso la protesta de parte de la afición, que no entendía aquello de "vender para crecer".
Veinte años después todo ha cambiado. A pesar que aquella frase se convirtió en realidad y el equipo creció como la espuma consiguiendo innumerables títulos y participaciones en la máxima competición europea, la que te vendían como la imprescindible para seguir creciendo, a día de hoy hemos pasado del "vender para crecer" al "regalar para sobrevivir".
De hacer una venta para invertir dinero para reforzar la plantilla hemos pasado a desprendernos de jugadores haciendo un regalo a otros clubes para sustituirlos por otros a coste 0. Aquello funcionó en la época de Caparrós, donde se hicieron los cimientos del Sevilla de los títulos, pero se hizo desde la transparencia, con una afición que conocía por boca de su presidente Roberto Alés el precario estado de las cuentas de la entidad.
Hoy te siguen hablando de cuentas saneadas, de un club que tiene una solvencia económica envidiable, y todo mientras van recortando en personal (ni Paco "El Carpintero" se ha librado de la tijera), van recortando en profesionales de demostrada valía, como es el caso de Miguel Ángel Moreno o Ramón Loarte, y van recortando en medios, quitando programas que eran buque insignia y la envidia de otras aficiones como es el caso de La Bombonera, programa en el que se le daba voz al socio de a pie sin ninguna norma ni guión. Quizás sea lo que se ha querido acallar.
Todo esto choca con la imagen que sigue dando el consejo de administración, cobrando como si de cracks se tratasen y paseándose por Sevilla con chofer igual que lo haria un ministro. Un consejo de administración que es el máximo responsable de la situación en la que nos encontramos, tras unos ingresos de cuatro temporadas en Champions y dos títulos de la UEFA Europa League, además de las ventas importantes de Diego Carlos, Kounde o Bono.
Toca seguir rezando para que el "plan" funcione y no nos haga bajar más escalones. Seguir rezando para que se encienda una luz que les haga ver que si la temporada pasada tuvimos serios problemas en defensa este año la cosa pinta peor con las salidas de Ramos o está última de Acuña. Rezar para que como en aquella famosa película "La historia interminable" quede al menos un grano de arena para poder volver a levantar el reino.
Que la pelotita entre, porque si no vamos a pasar del "vender para crecer" al "no queda nada que vender".
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