Un partido que todo el mundo daba por perdido, con el que nadie contaba y en el que la afición acudía al Ramón Sánchez Pizjuán más en busca del milagro espontáneo que le hiciera volver a creer, que porque tuviera verdaderas esperanzas de victoria. El partido del Manchester City fue la réplica del terremoto de Almería y Barça, unos pocos minutos de subida para volver a bajar.
En caída libre, con los ánimos por los suelos y una crisis institucional, deportiva y social que hace tiempo no se veía en Nervión. Con este contexto recibía el Sevilla F.C. a uno de los mejores equipos de Europa, el Manchester City de Pep Guardiola, una máquina cuasi perfecta en la que todo funciona como un reloj y se juega de memoria con jugadores con un talento natural e instintivo.
Si antes se le reclamaba a Julen Lopetegui que dejara de ser inmovilista, nadie puede negar que no lo está siendo ahora en estos últimos partidos, está tocando todas las teclas habida y por haber en esta plantilla. En el día de ayer, dispuso una alineación con Bono en portería, línea de 4 en defensa con Navas y Acuña en los laterales, Nianzou y Carmona como pareja de centrales, merecida la titularidad de este último, Gudelj y Delaney doble pivote, Rakitic mediapunta y arriba Telles en izquierda, Papu en derecha e Isco de "falso 9".
Si hay que dividir el partido en fases, hay dos bien diferenciadas, los diez primeros minutos donde el Sevilla volvió a mostrar ímpetu, donde intentó presionar de nuevo alto e intenso y con balón intentar sorprender con una circulación de balón y asociaciones más rápidas. Pero este Sevilla y desde que llegó Julen Lopetegui no es capaz de aguantar partidos con un ritmo alto, necesita controlarlo y hacer que no pasen cosas, antes ese control venía imponiendo un ritmo lento sabedor de que estaba más que cubierto por el rombo, Bono, Diego Carlos, Koundé y Fernando y que los goles llegarían, a día de hoy y desecha esa solidez defensiva y con los mismos problemas para defender alto y para ser resolutivo de cara a gol, el caos está servido.
Lo único destacable del Sevilla, José Ángel Carmona que va generando expectativas de ser un gran central, rápido al corte, siempre concentrado para la anticipación y con una buena salida de balón que le hacen ser el defensa más en forma actualmente del conjunto de Nervión y Thomas Delaney quién fue el mejor en la primera parte hasta que fue sustituido por Julen Lopetegui.
La segunda fase, 80' de dominio absoluto de los "citizen" quienes con un Joao Cancelo y Sergio Gómez espectaculares interiorizando en salida de balón, Bernardo Silva y De Bruyne participando con Halaand para la creación de espacios y un Phil Foden que recibía y desbordaba por fuera y por dentro, fueron un ciclón, que el Sevilla no supo parar en ningún momento.