Nerviosismo e improvisación en Almería

Como quién llega a un oasis en medio del desierto, pero luego ve que es todo un espejismo, así se sintió ayer el aficionado sevillista con su equipo en Almería. Una primera parte muy positiva, donde incluso los de Lopetegui se adelantaron en el marcador y se vió una mejora muy grande con respecto a los anteriores partidos y a los primero minutos del mismo, algo dubitativos. Pero, como si de un castillo de naipes se tratara, tras el gol de Ramazani en el 42', el Sevilla se tambaleó y se cayó, siendo un desastre absoluto en la segunda parte.


Llegaba el Sevilla al Power Horse Stadium con la necesidad de conseguir la victoria, de redimirse ante las muy malas sensaciones de las dos primeras jornadas, de levantarse de ese 1/6 puntos conseguidos, pues bien todo lo contrario. Una primera parte que dió esperanzas a todos los aficionados de que algo había cambiado en el equipo dió pie a un segundo tiempo donde todo se derrumbó y volvió la crisis permanente en la que viven sumidos los del Ramón Sánchez Pizjuán desde el mes de Enero de este año y la segunda vuelta del pasado campeonato liguero. Partía de inicio con Bono en portería, Rekik y Nianzou como centrales, Telles (novedad) y Jesús Navas en los laterales, Fernando como pivote, Jordán y Óliver en los interiores (destacada su actuación, sobre todo la de Óliver), Papu y Lamela en los extremos y Rafa Mir en punta (muy bien los 3).

En la primera mitad, a pesar de un inicio algo dubibativo, los sevillistas fueron los dominadores absolutos del encuentro cuando consiguieron tener el balón y esta vez sin posesiones intrascendentes, buscando los espacios, muchos pases verticales y moviendo al Almería de lado a lado. Además, tuvo una producción ofensiva notoria con hasta 8 disparos totales, de los cuales cuatro de ellos fueron a puerta, varios de estos con Lamela como protagonista. El gol de Óliver Torres ejemplificó todo lo bueno que hizo el Sevilla en este primer tiempo, circulación rápida del balón, busqueda y generación del espacio para Telles para centrar y sorpresa y llegada de segunda línea de Óliver Torres, es decir planificar para desordenar. En la faceta defensiva no sufrió en demasía el conjunto hispalense, quién esta vez sí, bien colocado y ordenado ganaba los duelos con mayor facilidad y en ocasiones conseguía replegar con mayor tranquilidad. Pero, llegó el gol de Ramazani.

Durante la segunda parte y tras el gol de Ramazani en la primera, el pánico y los nervios se apoderaron del Sevilla, prueba de ello los 5 cambios de Julen Lopetegui antes del minuto 60. Un gran Sadiq destrozó a los nervionenses que volcados y sin soluciones para atacar el bloque almeriense no supieron contener los contragolpes de los indálicos que supieron aprovechar las desconexiones tanto de Rekik como de Nianzou, quiénes tuvieron que estar ayudados por José Ángel Carmona nada más entrar al terreno de juego. La descomposición del trio "Papu", Rafa Mir y Óliver Torres, que estaba siendo el mejor hasta entonces del equipo cuando se fue al banquillo, y las pocas soluciones que propusieron tantos Isco como Delaney volvieron a demostrar la fragilidad del equipo el cuál no consigue tener una identidad definida que supere el cambio de perfiles y situaciones durante los partidos.

Los más destacados del partido, Óliver Torres y su asociación tanto con Jordán como con "Papu" y Rafa Mir, siendo uno de los mejores, por no decir el mejor, de la pretemporada y sigue en un gran estado de forma. Rafa Mir, quién cada día se relaciona mejor con sus compañeros, jugando de espaldas y cayendo a banda aportando soluciones al Sevilla con balón. Por último Lamela, de nuevo todo lo que falta al equipo lo personifica él, si hubiera estado más fino en la definición, algo que le ha fallado toda su carrera, hubiera tenido dos tantos en su cuenta particular.

Mucho por reflexionar, si los problemas son futbolísticos (lo son), si son de psicología de grupo (lo son) o si han sido simplemente de planificación (mucho que desentrañar en este tema), muchas aristas, muchos detalles, todos diferentes, pero a los que Julen Lopetegui debe poner remedio más pronto que tarde.