El Sevilla sigue sin poder librarse de sus ataduras

Empate en el estreno liguero del Sevilla F.C. en el Ramón Sánchez Pizjuán ante el Real Valladolid de Pacheta, 1 punto de 4 posible y la sensación de que el Sevilla sigue igual y que los tres primeros partidos de pretemporada contra Tottenham, Sporting de Portugal y Angers, solo fueron un espejismo. Existen destellos para la esperanza, pero la profundidad de los problemas del conjunto entrenado por Julen Lopetegui, hacen que con destellos no sea suficiente.


El Sevilla tiene la pretensión de ser un equipo, que instale su "campamento base" en Champions League temporada tras temporada, objetivo más que exigente. Para eso tiene que dar un paso más, algo que no está sucediendo y que era la pretensión del club tras el verano anterior y este. El partido del Valladolid más allá de ser un empate y que suponga perder puntos otra vez, nos deja entrever muchas más dudas de las que imaginamos.

Los de Lopetegui, que salieron con Nianzou, el nuevo fichaje, como central en el perfil derecho, como novedad en el XI además de la inclusión de Oliver y Lamela, siguen adoleciendo de falta de intensidad, de agresividad, es algo que se repite en todos los partidos, no se encima al poseedor, para no dejarle girar, se le espera y se es pasivo, aún con la defensa adelantada. Con balón, más de lo mismo, sin sorpresas, los jugadores no son capaces de cambair el chip, buscan balon al pie y recibir cómodos y a partir de ahi o darsela a algún compañero o intentar jugarsela en la acción individual, que salvo Acuña, Tecatito Corona o "Papu" ningún jugador del Sevilla tiene ese talento diferencia, por eso el conjunto hispalense depende de destellos. En un contexto de pocos espacios (la totalidad de los equipos del fútbol europeo) lo que da la victoria a un equipo, no es solo la acción individual, sino la capacidad del equipo para que los jugadores que no poseen el balón creen espacios, para eso existen los cambios de posición, los desmarques que arrastren a la defensa, la movilidad que atraiga a la marca, nada de eso se ve a día de hoy en Nervión.

Pero si nos fijamos en los destellos del partido, la consolidación de Rafa Mir en punta y las funciones que interpreta dentro del sistema del equipo, siendo la referencia sobre la que pivotar los ataques y que consiga hacerlo, ya es una buena señal de poder crecer desde esa faceta. Nianzou y su gran capacidad de hacer progresar al equipo, además de no perder balones, también es de agradecer, ya que sin Koundé, esa era una de las grandes preocupaciones para el técnico vasco en la construcción. Óliver Torres, el mejor de la pretemporada sin duda, también sigue demostrando que esta si que puede ser su temporada, su impetú para venir a recibir el balón en zona de centrales, de organizar en intermedias y de filtrar pases en 3 / 4 dan mucho aire al Sevilla con balón, pero claro no es capaz de asumir todo el peso en el juego que requiere esa tarea, sino que aparece en contadas ocasiones. Por último Lamela, otro de los que siempre destaca y aporta algo diferente, ese algo diferente, es el eje central de lo que debe ser el Sevilla en ataque, vertical, algo que se ve desde su actitud, cuando recibe balón siempre está de cara al juego, no de espaldas y entonces o bien descarga, de forma vertical, o conduce eliminando rivales en zonas interiores o traza las diagonales desde la banda, es fundamental su presencia a día de hoy en los XI cada partido.

Así y con todo, redundamos en el mismo mensaje que anteriores análisis, el sistema y el modelo de juego no puede minimizar a los jugadores, sino que debe darles un orden que les permita presionar lo mejor posible sin balón, brilla por su ausencia hasta ahora este hecho y que con él les permita generar ventajas y espacios que la libertad y creatividad de estos puedan aprovechar. ¿Es algo táctico o de psicología de grupo? No lo sabemos, pero el Sevilla ha de encontrar soluciones y ser valiente rápido.